Aquella cara se acercaba a mí lentamente y, aunque mis patas
son cortas, hago algo por escapar. Aturdido, intento escapar, alejándome de la zona donde la cara
me mira fijamente. Creo que estoy andando en círculos, pues en un breve espacio
de tiempo vuelvo a ver la cara frente a mí. Estoy prisionero, cautivo, presa en
esta superficie de arena amarilla y con forma de círculo, donde soy observado
por la cara que me mira con la superioridad que le da al ser humano tener
animales cautivos y “cuidarlos”. Miré hacia arriba durante un segundo, y otras
mil caras atentas me estaban mirando con cara de placer. Es una pesadilla.
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