domingo, mayo 08, 2011

Adrenalina.

Él siempre llevaba una libreta encima, donde apuntaba sus ideas, y sus pensamientos. Todo. Y un día, mientras vio a dos chicos besándose, tuvo una idea. Se llevó la mano al bolsillo, con la descarga de adrenalina subsiguiente a caer en la cuenta de que no sabía donde estaba. Se palpó todo el cuerpo, como si algún extraño fenómeno hubiera podido trasladarla a algún lugar recóndito de su anatomía. La había perdido, maldita sea. Quiero decir, se había quedado sin ideas.


 (Es una metáfora, tonta, “I´m Still Loving You”).

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